Obispos de México Llaman a Fortalecer la Familia y Construir la Paz ante Violencia y Crisis Social
- Jesús Priciliano Jiménez Tapia
- 1 may
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En el marco de la CXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), los obispos del país emitieron un mensaje contundente al Pueblo de Dios, llamando a defender y fortalecer a la familia como vocación divina y camino de reconciliación y paz en medio de un México golpeado por la violencia, la desintegración social y una profunda crisis de valores.
Reunidos en un ambiente de comunión y discernimiento espiritual, los prelados reflexionaron sobre los desafíos urgentes que enfrenta la Iglesia y la sociedad mexicana, con especial atención a los temas de familia, justicia y paz. En esta Asamblea, los obispos iniciaron sus trabajos celebrando la Eucaristía en sufragio por el eterno descanso del Papa Francisco, cuya reciente partida ha marcado profundamente a la comunidad católica internacional.
Recordaron con gratitud su visita a México en 2016 y sus palabras dirigidas a los pastores mexicanos, en las que los exhortó a vivir en unidad como signo de autenticidad cristiana.
En un ejercicio de sinodalidad, los obispos se pusieron a la escucha del Espíritu Santo, atentos a los signos de los tiempos. Escucharon no solo sus propias experiencias pastorales, sino también las voces de matrimonios, jóvenes y miembros de la vida consagrada, con quienes compartieron dolores, esperanzas y caminos de renovación.
Uno de los puntos centrales del mensaje fue la denuncia de los crecientes niveles de violencia en el país, que afectan directamente a las familias y a todas las estructuras sociales, incluida la Iglesia. Mencionaron de forma específica la masacre de ocho jóvenes en la comunidad de San José de Mendoza, en la diócesis de Irapuato, un hecho que simboliza el dolor que azota a miles de familias mexicanas.
Además, expresaron su preocupación por la creciente incidencia de desapariciones forzadas, el reclutamiento de jóvenes por el crimen organizado, el avance de las adicciones, y los desafíos derivados de la próxima elección en el ámbito del poder judicial, todo ello en un contexto social marcado por la impunidad y la desesperanza.
Ante este panorama, los obispos llamaron a todos los fieles a ser “signos de esperanza”, y a redescubrir lo bueno que aún permanece en la nación, evitando caer en la desesperanza. Invitaron a no dejarse “robar la esperanza”, como exhortó tantas veces el Papa Francisco, y a construir comunidades donde todas las voces sean escuchadas, especialmente las de las familias, mujeres, jóvenes, migrantes y víctimas de violencia.
En su reflexión sobre la familia, los obispos insistieron en que esta no es solo una estructura natural, sino una verdadera vocación divina. La familia, afirmaron, es “imagen de la Trinidad”, célula fundamental de la sociedad y escuela de humanidad donde se aprende a escuchar, a amar y a perdonar. Sin embargo, reconocieron que la institución familiar atraviesa por una crisis profunda, causada por ideologías contrarias a su naturaleza, políticas públicas adversas, pobreza, migración forzada, inseguridad, y una cultura de violencia intrafamiliar y machismo.
En respuesta a esta situación, llamaron a las comunidades cristianas y a los gobiernos a acompañar y sostener a las familias no con teorías abstractas, sino con cercanía pastoral, políticas públicas concretas y estructuras de apoyo sólidas.
Otro eje del mensaje fue la construcción de la paz como fruto de la justicia y del Evangelio encarnado. Los obispos reafirmaron que no se puede hablar de paz sin antes garantizar la justicia, la verdad y el amor. Denunciaron el pecado estructural que genera violencia y clamaron por una Iglesia que no se acostumbre al dolor del pueblo. En ese sentido, refrendaron su compromiso con la Agenda Nacional de Paz, impulsada por diversas organizaciones eclesiales y sociales, y reiteraron que sí es posible una reconciliación auténtica en México.
La Asamblea Plenaria también tuvo un componente espiritual importante ante el fallecimiento del Papa Francisco. Los obispos expresaron su gratitud por su legado en torno a la alegría del Evangelio, el cuidado de la creación, la acogida a los migrantes y su impulso hacia una Iglesia sinodal, misionera y cercana a las periferias. Además, pidieron a todos los fieles orar por los cardenales que tienen la responsabilidad de elegir al nuevo Sucesor de Pedro.
Finalmente, el mensaje concluyó con un llamado a confiar en la intercesión de Santa María de Guadalupe, “madre del verdadero Dios por quien se vive”, recordando que ella camina con su pueblo, recoge sus lágrimas y responde con ternura. Los obispos animaron al pueblo a renovar la esperanza en esta Pascua, recordando que la mayor garantía de que la paz y la reconciliación son posibles es la victoria de Cristo resucitado sobre el mal y la muerte.
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