
Por Arq. Antonio Corona Aceves
La Catedral de Tampico resguarda uno de los tesoros artísticos más emblemáticos de la región: su majestuoso altar mayor, una obra maestra de origen italiano que combina fe, historia y arte.
Tallado en mármol de Carrara, el mismo utilizado por Miguel Ángel para sus más grandes esculturas, este altar fue creado en 1926 por el escultor Corrado Vateronni, mientras que su traslado desde Italia estuvo a cargo de Giuseppe Biaggi. Consta de 118 piezas que, en conjunto, pesan 8.9 toneladas, destacando las columnas de 750 kg cada una. La estructura completa alcanza los 9 metros de altura y 5.5 metros de longitud, un imponente ejemplo de los estilos renacentista y neoclasicista romano.
El altar fue donado por Carrie Estelle Betzold de Doheny, filántropa, devota católica y esposa del empresario petrolero Edward Doheny. Su generosidad permitió que esta obra, cuyo costo fue de $35,000 pesos oro de la época, se convirtiera en el centro litúrgico de la entonces sede de la diócesis de Tamaulipas.
Coronando la estructura se encuentra una escultura de la Virgen María bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, aunque su postura y detalles remiten también a la Medalla Milagrosa. La imagen es naturalista, mostrando a María como una mujer de mediana edad, con un peinado romano, una cinta con cruz en el vientre que alude a su maternidad divina, y una túnica tallada con tal realismo que parece moverse. A sus pies, la Virgen pisa un mundo y una serpiente, símbolo de su victoria sobre el pecado.
Este altar no solo es un testimonio del arte sacro italiano, sino un símbolo de la fe católica en Tampico. Su historia y simbolismo continúan inspirando a los fieles que visitan la Catedral para encontrarse con Dios a través de la belleza y la espiritualidad de este patrimonio religioso.