top of page

JESUCRISTO, NUESTRA ESPERANZA

FOTO: ESPECIAL
FOTO: ESPECIAL

En medio de los desafíos del presente -crisis sociales, rupturas familiares, violencia-, la Iglesia no deja de proclamar con voz firme y corazón ardiente: “... Cristo Jesús, nuestra esperanza” (1 Tim 1,1). Esta afirmación no es un simple consuelo emocional; es la confesión de una verdad que transforma vidas y comunidades desde lo más profundo: Cristo ha vencido al pecado y a la muerte, y camina con su pueblo.


La Iglesia en México celebra durante este bimestre dos momentos significativos que iluminan esta esperanza: el Mes de la Biblia, en septiembre, y el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), en octubre. Ambos nos recuerdan que la esperanza cristiana no es teoría ni evasión, sino vida concreta, palabra viva y misión compartida. 


Como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica: “La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo...” (CIC 1817). Esta esperanza se alimenta de la Sagrada Escritura, que nos revela la fidelidad de Dios a lo largo de la historia, y se proyecta en el anuncio del Evangelio, que llega a todos los rincones del mundo por medio de la misión. 


Desde la catequesis hasta la liturgia, desde las familias hasta las pequeñas comunidades de fe, todos los fieles de la diócesis de Tampico están llamados a redescubrir el rostro misericordioso de Cristo resucitado, presente en la Palabra, en los sacramentos y en el hermano necesitado. No se trata solo de hablar de esperanza, sino de encarnarla con gestos concretos de amor, perdón y servicio. 


Cada parroquia puede ser un faro donde la esperanza cristiana se mantenga viva. Ante un mundo que a menudo siembra desesperanza, el testimonio alegre y valiente de los discípulos misioneros puede marcar la diferencia.

María, Madre de la Esperanza y Estrella de la Evangelización, acompaña a la Iglesia en este camino. Su confianza plena en las promesas de Dios es luz para quienes anuncian la Palabra y sostienen la esperanza de tantos. 


Así, la Iglesia que peregrina en Tampico continúa su misión: anunciar que Cristo vive, que Él es la fuente y plenitud de toda esperanza, y que en Él, cada historia humana puede ser redimida y transformada.


Comentarios


bottom of page