LAUDATO SI': EL LLAMADO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Y EL PAPA FRANCISCO AL CUIDADO DE LA CASA CUMÚN
- karmina Morales Velarde
- hace 6 días
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La Carta Encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco es una recopilación de diversos llamados a la humanidad para tomar conciencia sobre la necesidad de amar y cuidar el planeta que habitamos: La casa común.
A lo largo del tiempo, desde el Papa Juan XXIII hasta el Papa Benedicto XVI, la preocupación por el medio ambiente ha sido creciente. En sus enseñanzas, estos pontífices abordaron el tema ecológico y recogieron aportes de científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales, lo que ha enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre la ecología.

El Papa Francisco expresa que no desea desarrollar esta encíclica sin acudir a un modelo bello que pueda motivar: San Francisco de Asís. Tomó su nombre como inspiración en el momento de su elección como Obispo de Roma y lo considera un ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad.
Laudato si’, mi’ Signore "Alabado seas, mi Señor", cantaba San Francisco de Asís. En ese hermoso cántico, recordaba que la casa común es también como una hermana, con la cual se comparte la existencia, y como una madre bella que acoge entre sus brazos.
Decía: "Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba".
San Francisco de Asís, un hombre que vivió hace muchos siglos, no solo se relacionaba con los animales, sino que también escribió un poema conocido como el Cántico de las Criaturas. En él, daba gracias a Dios por todas las maravillas de la creación: el sol, la luna, el agua, ¡hasta el fuego!
Este cántico es una invitación a reconocer que la humanidad forma parte de una realidad mucho más amplia. En un mundo que con frecuencia se enfoca en el interés individual, San Francisco recuerda que la naturaleza es un regalo que debe ser cuidado.
San Francisco invita a abrir los ojos y el corazón a la belleza que rodea a todos. Agradecer por el aire que se respira, el agua que se bebe y la comida que alimenta. Es, en esencia, un “¡Gracias, Dios!” inmenso por todo lo recibido. Que la alegría y la paz de San Francisco acompañen siempre a quienes escuchan su mensaje.
