Los Cinco Sentidos: un Regalo de Dios
- Teresa Lynn Armstrong
- 1 dic
- 3 Min. de lectura

Al crear al hombre, Dios lo hizo a Su imagen y semejanza, incluyendo los cinco sentidos básicos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Son dones, regalos, que permiten a las personas conocer a Dios y al mundo que les rodea. Aunque se reconoce un sexto sentido, la intuición, éste es, más bien, un sentido cerebral para procesar señales sutiles de las que no se es plenamente consciente.
Dios le regaló a cada persona la posibilidad de poseer esos cinco sentidos que le ayuden a conocer el mundo físico, experimentar y apreciar la creación divina y para formar una conexión muy personal con Dios mismo. Utilizando los sentidos de manera responsable que le agrade a Dios, viviendo una vida con propósito y viviéndola al máximo para Él, es como se logra esa conexión personal con Dios.
De acuerdo con el Pastor Juan Carlos Parra Valero (2023), los sentidos “son dones espirituales que deben desarrollarse en la práctica”. Al ejercitarlos y desarrollarlos, se puede discernir entre el bien y el mal, se crea o mejora la comunicación con Dios y el entorno, se logra el desarrollo personal en el servicio y en la vida espiritual.
En la vida diaria, los sentidos acercan a la persona con Dios de la siguiente manera:
La vista permite contemplar la belleza del mundo y la creación de Dios en cada momento;
El oído facilita escuchar la naturaleza, los cantos de los animales, el correr del río, así como la música y la palabra de Dios al acudir a misa o a oración;
El olfato permite percibir aromas tanto agradables como desagradables. Los aromas agradables como el de la comida, el café, la lluvia, las flores, la tierra, son recordatorios de la creación. Los aromas desagradables representan lo que se rechaza, lo que disgusta y recuerdan cómo distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo para cada persona;
El gusto permite disfrutar las bebidas y los alimentos, lo cual lleva a agradecer que se tiene la posibilidad de proveer alimentación para uno mismo y para la familia;
El tacto ayuda a percibir el mundo a través de la textura de las cosas, de los animales y las plantas, así como mediante el contacto humano físico, que expresa cariño y aceptación.

Tal vez ni siquiera es de manera consciente que se utilizan los sentidos para agradar y alabar a Dios en las actividades diarias por la prisa, falta de tiempo o de concentración, o por distracción; pero, al asistir a misa, sí se hace con plena conciencia. Desde el momento en que se ingresa a la iglesia, los sentidos se activan: la gente que está presente, la distribución y decoración de la iglesia (vista), los cantos y el desarrollo de la misa (oído), recibir la Sagrada Eucaristía (gusto), tomar de la mano al de al lado durante el Padre Nuestro o al dar la Paz (tacto), percibir el aroma del incienso (olfato).
Por tanto, más que considerar los cinco sentidos básicos como herramientas para entender y experimentar el mundo físico, se deben considerar como el mejor y más grande regalo de Dios, pues permiten una percepción profunda de lo divino y, al agudizarlos, se puede percibir la presencia de Dios en cada detalle y rincón del mundo.

.png)



Comentarios