“Subimos al Tepeyac para escuchar la voz de Dios”: Diócesis de Tampico peregrina con fe y esperanza a la casa de Santa María de Guadalupe
- Jesús Priciliano Jiménez Tapia

- 6 ago
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Actualizado: 6 ago

En una manifestación viva de fe, los diez decanatos de la Diócesis de Tampico, junto con su administrador apostólico, monseñor Óscar Efraín Tamez Villarreal, peregrinaron este miércoles al cerro del Tepeyac para encontrarse con Santa María de Guadalupe y poner bajo su amparo las intenciones de todo el pueblo diocesano.
Entre cantos, rosarios y súplicas, los fieles caminaron desde Peralvillo hasta la Basílica, portando pancartas, imágenes y un profundo espíritu de oración. Al llegar a la “casita sagrada”, monseñor Tamez presidió la Santa Misa en la festividad de la Transfiguración del Señor, un signo providencial que iluminó el sentido profundo de esta peregrinación.
“Qué providencial es que nuestra peregrinación coincida con la fiesta de la Transfiguración. Todos nosotros, peregrinos, hemos sido invitados a subir… no al Tabor, sino aquí, al Tepeyac, a la montaña donde también Dios nos habla”, expresó el obispo en su homilía, subrayando el paralelismo entre el monte bíblico y el santuario guadalupano.
Durante su mensaje, monseñor resaltó la actitud de María como modelo de escucha y contemplación:
“Nuestra Madre nos enseña a escuchar a su Hijo Jesús… para escucharlo desde el corazón hay que guardar silencio y poder contemplar su Palabra”.
Al reflexionar sobre la experiencia de caminar juntos en peregrinación, monseñor Tamez compartió con empatía las vivencias de los fieles:
“De Peralvillo para acá, yo creo que algunos nos sentimos cansados… mientras rezábamos el rosario, a lo mejor nos ganó la tentación de platicar o de actualizar nuestras redes sociales. Escuchamos muchas voces que intentan confundirnos, pero lo importante es escuchar la voz del Señor”.
El obispo exhortó a los presentes a no regresar a sus comunidades iguales, sino renovados y con la misión clara de ser testigos de fe:
“Tenemos que volver a Tampico, Madero, Altamira, y a cada uno de los municipios de nuestra diócesis… pero no regresamos igual. Volvemos conscientes de que hemos recibido y se nos ha confirmado una misión: ser testigos de fe y misión”.
La homilía concluyó con una entrañable súplica a la Virgen de Guadalupe:
“Pongamos delante de ella nuestras intenciones y necesidades. Pidámosle para que cada uno de nosotros podamos cumplir la vocación, la misión, la tarea y la responsabilidad que hemos recibido de parte de Él”.
Con corazones encendidos por la esperanza y el consuelo maternal de la Morenita del Tepeyac, los peregrinos retornaron a sus hogares fortalecidos, sabiendo que “no regresan iguales” y que, como María, están llamados a decirle al Señor: “Hágase en mí según tu palabra”.
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