.png)
El corazón de la Iglesia late en silencio ante el cuerpo del Papa Francisco
- Jesús Priciliano Jiménez Tapia
- 23 abr
- 2 Min. de lectura
Con una mezcla de recogimiento, amor y gratitud, el cuerpo del Papa Francisco fue trasladado esta mañana en una emotiva procesión desde la Casa Santa Marta hasta la Basílica de San Pedro, donde fieles de todo el mundo podrán rendirle el último homenaje.
A las 9:00 a.m., el cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell presidió el solemne cortejo, acompañado de cardenales, colaboradores cercanos y miembros de la Casa Pontificia. El féretro, abierto, fue llevado en hombros por los 'sediarios' pontificios y escoltado con honor por ocho alabarderos de la Guardia Suiza, en un gesto que simboliza la profunda reverencia y amor que la Iglesia profesa por su Pastor.
Los pasos resonaban con eco en los pasillos vaticanos, mientras el pueblo de Dios, con lágrimas contenidas y manos unidas en oración, contemplaba el paso sereno de quien fuera el Vicario de Cristo, el mensajero de la misericordia y la ternura divina.
El féretro fue depositado frente a la tumba del apóstol San Pedro, bajo el majestuoso Altar de la Confesión. Allí permanecerá hasta el viernes, permitiendo que los fieles, peregrinos y autoridades eclesiásticas puedan acudir a rezar, agradecer y despedirse de un pontífice que con su vida tocó millones de corazones.
En medio del silencio respetuoso que envolvía la basílica, muchos no pudieron evitar arrodillarse conmovidos, algunos en lágrimas, otros con el rosario en las manos, sabiendo que presenciaban un momento sagrado.
Francisco, el Papa venido “del fin del mundo”, regresa simbólicamente a la raíz de la fe cristiana, al corazón de Roma, junto al primer Papa. Su paso por la historia quedará impreso en la memoria de la Iglesia, como testigo del Evangelio vivido con alegría, sencillez y profunda compasión por los pobres y olvidados.
El aroma del incienso, las oraciones en diversos idiomas y el murmullo de los fieles dibujan hoy una Iglesia que no solo despide a un Papa, sino que reconoce en él al padre, al pastor, al servidor incansable.
Desde lo alto de la cúpula, parece que Miguel Ángel también guarda silencio, contemplando a quien vivió su misión con un corazón de carne. La Basílica de San Pedro, testigo de tantas páginas sagradas, se llena una vez más de fe, esperanza y caridad.
Los fieles están invitados a visitar la Basílica hasta el viernes para despedirse y orar por el eterno descanso del Santo Padre. Francisco, ahora en los brazos del Buen Pastor, sigue guiando con su ejemplo el caminar de una Iglesia que peregrina hacia el Reino.
Que su alma, por la misericordia de Dios, descanse en paz.
Galería
